Adeeba Asghar: "En Pakistán, una persona no tiene identidad fuera de la familia. Todo el mundo se define como 'familiar de'

Adeeba Asghar: "En Pakistán, una persona no tiene identidad fuera de la familia. Todo el mundo se define como 'familiar de'

(Crónica de Mar Martínez) Adeeba Asghar, secretaria de la Liga de mujeres de Minhaj-ul-Quran abre las ventanas del Pakistán al Grupo de Migraciones de la Fundació Migra Studium. Combate tópicos y razona el porqué las cosas son como son aquí en relación con los vecinos y vecinas paquistaneses. Un punto de vista que complenta la visión que pudimos ver en la sesión de Lola López, y que también recogimos aquí.Es el sentimiento de piña familiar el que permite a las tiendas paquistanís que podemos encontrar en muchos de nuestros barrios alargar los horarios al máximo que la ley permite. Adeeba Asghar intenta explicar que más allá de lo que alguno podría considerar como explotación, de lo que estamos hablando es de una organización familiar muy estrecha, donde los primos que hoy hacen turnos en la tienda del tío, mañana tendrán su propio negocio y así de forma sucesiva. No obstante, en nombre de la identidad indivicual occidental, los hijos querrán independizarse para ir más allá de los que piensen su padres, abuelos o tíos; querrán escoger pareja e iran rompiendo los vínculos con la familia que queda allá en el Pakistán e incluso con la suya aquí. En Europa, en Barcelona, la vida empezará de nuevo para todos. "Tanto el padre como la madre tienen un rol de autoridad. Las dos figuras son referentes para sus hijos. El padre tiene más autoridad en asuntos externos, y la madre dentro de la familia. No se quieren duplicar las tareas", explica Asghar. Ya en Europa, el padre mantiene su papel como sustentador de la economía familiar. Pero la madre, que hasta ahora gestionaba el día a día de una familia extensa, donde tejía sus relaciones, se queda sola,y educando unos hijos que reclaman la identidad individual que no habían tenido en cuenta hasta ahora. "Los niños que llegan de Pakistán muy pequeños - explica Adeeba- acaban perdiendo todo el contacto con sus familiares paquistanies. Para los padres, esto es fuente de gran sufrimiento". Ellos y ellas han de asumir situaciones que contradicen sus creencias, en el momento mismo de llevar sus hijos al colegio. Escuela mixta hasta la pubertad En Pakistán existen escuelas mixtas pero cuando llegan a los diez años, niños y niñas son separados por género. Así, la coeducación académica durante la adolescencia es una fuente de contradicciones y conflictos para muchas familias reagrupadas. "Los padres se han de adaptar a un nuevo sistema. Y lo hacen con mucho miedo, sobre todo tratándose de las hijas. Sufren cuando no encuentran aquí los mismos valores que ellos quieren transmitir a sus hijas. Me gustaría que se entendiera el porqué: no quieren verlas sufrir; en la coeducación las chicas buscaran una identidad individual que nunca se les ha dado". Un ejemplo de ello, es la renuncia a los matrimonios concertados propios de su tradición cultural. "Creo que el matrimonio concertado es el más conocido a nivel europeo, pero se confunde con el forzado, y no es lo mismo. En el concertado, el chico y chica siempre tiene la decisión final. En Occidente confiamos en nuestros amigos, y en Pakistán en nuestros padres" Adeeba aclara que el matrimonio obligado se practica sobre todo en el norte de su país, en el Balutxistán, "donde la mujer es tenida muy poco en cuenta", y aclara que "en ningún momento el "islam fuerza el matrimonio". Si gana el amor, y los conyuges no han consultado sus familias, no podran reclamar tampoco su apoyo si las cosas no van bien. Adeeba Asghar, del fracaso escolar a la integración social Hace once años que llegó a España, acompañando a su madre y a sus tres hermanos, procedente del Pakistán. Aquí les esperaba su padre. Ahora tiene ventiseis años, y después de superar una etapa de fracaso escolar fruto de un idioma nuevo, y de unos códigos sociales y culturales diferentes, ahora Adeeba es integradora social. "Barcelona es mi casa", explica, pero ella se siente aún de Pakistán. Las experiencias de allá y de aquí le han aportado un punto de vista privilegiado para entender las diferencias entre los dos países y para intentar explicarlas y hacerlas comprender. En la actualidad trabaja en un proyecto comunitario en el barrio del Besós, en el distrito barcelonés de Sant Martí, donde conecta a hombres y mujeres paquistanís con los recursos de la zona, y da visibilidad y presencia a la comunidad, o mejor a las "muchas comunidades". A su trabajo habitual suma la participación en conferencias sobre interculturaliad y su tarea como secretaria general de la Liga de Mujeres de la entidad Minhaj-ul-Quran. No se empeña en imponer su punto de vista, sino en hacer comprender porque las cosas son como son.

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