El drama de las expulsiones exprés
(Artículo publicado en el blog Incidencia) Se nos escapan diariamente historias dolorosas de muchas personas “invisibles” a los ojos de nuestra sociedad, tan ocupada en hacer leyes, no siempre justas. Leyes que destrozan familias y matan los sueños de volver a empezar, una vez más, el camino de una reinserción e integración en nuestra sociedad.
Llevo catorce años entrando en prisión. La palabra más repetida es REINSERCIÓN. Muchas personas y colectivos nos apuntamos a esta hermosa tarea de acompañar procesos de reinserción. Un duro trabajo para las personas que apuestan por empezar de cero y ponen toda su energía en el intento. Pero las leyes, la sociedad y los gobernantes matan los sueños de los pobres, de aquellos que no cuentan, de aquellos que pagan sus errores hasta el último día, pero que una vez cumplidas sus condenas se les vuelve a juzgar y no son bien vistos, no son dignos de vivir con el resto de los ciudadanos… y sufren una EXPULSIÓN EXPRÉS que les echa de nuestro país en unas pocas horas. No importa la vida que hayan empezado a construir, la familia, los hijos, la situación emocional de los menores que se sienten abandonados, las condiciones económicas en las que queda la estructura familiar … eso no importa.
ABDUL es un hombre al que acompaño desde hace muchos años y que fue expulsado de nuestra tierra, Aragón, el pasado 29 de mayo de 2015.
Abdul, vino a España con 19 años (hoy tiene 39). Entró en nuestro país de forma “legal”, es decir, con toda la documentación en regla. Vino porque soñaba con una vida mejor, porque decidió apostar por una vida más digna para él y para los suyos. Trabajó en el campo, se insertó en la sociedad, consiguió la tarjeta de residencia permanente y aprendió nuestro idioma y nuestras costumbres…”un buen chico”, decían en su lugar de residencia.
Pero un día cometió un error y entró en prisión. Pagó hasta el último día de su condena y la responsabilidad civil que se le impuso. Y al salir, soñó que era posible empezar de cero, volver a intentarlo, puso todo su empeño en ello y ¡LO CONSIGUIÓ!:
Formó una familia, se responsabilizó de la niña su pareja, ejerció como padre responsable en la educación de la niña y mostró siempre un cariño y ternura especial con esta niña que le regaló la posibilidad de expresar su capacidad de amar.
Consiguieron una vivienda digna, que con mucho esfuerzo han mantenido hasta el día de hoy.
Y encontró un trabajo a jornada completa en una empresa de inserción. Una empresa que ha vivido como si fuera suya en implicación, responsabilidad y buen hacer. Ha sido hombre de confianza de la empresa: manejo de caja, dependiente, con un trato ejemplar con los clientes, responsable de almacén. Un hombre responsable en su trabajo y disfrutando de lo que la vida le estaba concediendo. Y la a empresa de inserción laboral apoya totalmente su estancia.
Hasta que en agosto de 2014, la policía le detuvo y dictaron una ORDEN DE EXPULSIÓN. Se inicia con ello un duro trabajo legal que termina en un juicio en el que se mantiene la orden de expulsión. Abdul apela al Tribunal Superior de Justicia, que acepta a trámite la apelación y nos mantenemos a la espera de la resolución. Como seguimos apostando por el trabajador, volvemos a renovar su contrato de trabajo, con indicaciones del abogado de que en este tiempo de espera, hasta que se resuelva la apelación, puede trabajar.
Pero el pasado 27 de mayo, su vida se truncó. La policía se presentó en el lugar de trabajo y se lo llevó detenido delante de clientas y empleados. Nadie se puso en contacto con su esposa, ni le notificó en que comisaría permanecía detenido. Nadie le informó de su situación ni de su expulsión inminente. No fue atendido por ningún letrado, ni letrados de guardia ni su propio abogado. No se le permitió despedirse de su esposa. Y en menos de 48 horas, desde comisaría, Abdul fue expulsado a Marruecos. Ni el recurso pendiente de resolución ni su extraordinario arraigo familiar, laboral y social fueron valorados ni tenidos en cuenta.
20 años en España, una familia, un sueño, un futuro y todo el empeño de las personas que creemos que la reinserción es posible, que las personas tienen capacidad de cambio, que volver a empezar es posible… SE LOS LLEVÓ LA LEY DE EXTRANJERÍA.
El rostro de Abdul pone rostro a miles de personas que ya no pasan por los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) sino que son víctimas de una expulsión exprés, inmediata, en silencio, invisible, pero real, tan real, como el súbito traslado de nuestro amigo Abdul a Marruecos en furgón policial hace unos días.
Mari Carmen Ferrero
Religiosa de la Caridad de Santa Ana
1 de junio 2015