Guidonet: “Todo el mundo tiene una dimensión espiritual que se puede canalizar de muchas maneras. La dimensión religiosa es una más”
Entrevista a Alicia Guidonet, responsable del Espai Interreligiós,realizada por Joan Gómez Segalà para Afers Religiosos de la Generalitat de Catalunya.
Alicia Guidonet (Barcelona, 1969) se ha formado en los campos de la antropología, la teología y el diálogo interreligioso e intercultural. Hablamos con ella sobre el Espai Interreligiós de la Fundació Migra Studium, del que es responsable, y la conversación nos lleva a abordar también la espiritualidad, la muerte y la alimentación.
¿Cuál es el origen del Espai Interreligiós?
El Espai Interreligiós es un proyecto de la Fundació Migra Studium (centro social promovido por la Compañía de Jesús), que nació hace más de 10 años, muy vinculado a una intuición de Quim Pons, jesuita, teólogo y educador social. Esta intuición fue desarrollada inicialmente por un pequeño grupo de jesuitas. Pons tuvo la idea de abrir un espacio interreligioso, un lugar de encuentro de las diferentes tradiciones religiosas. Al principio se pensó en trabajar con islam y cristianismo, pero el proyecto se ha ido desarrollando paralelamente a la realidad social, y hoy en día trabajamos con toda la diversidad de nuestro contexto.
¿Qué objetivo tiene el Espai Interreligiós?
Nuestro objetivo es educar y sensibilizar sobre el hecho religioso, la diversidad cultural y religiosa y el diálogo. Para nosotros es muy importante aprender desde la experiencia y desde la actitud lúdica, entendida como capacidad de apertura a todo lo que nos pueda sorprender y nos ayude a conocer el mundo. Usamos el juego como herramienta para aprender y la experiencia para tomar conciencia, lo cual tiene mucho que ver con la espiritualidad ignaciana y, más concretamente, con la pedagogía ignaciana, que también trabaja para que los niños y jóvenes sean personas formadas (para ayudar a los demás), compasivas y con capacidad para transformar el mundo. Personas capaces de compadecerse y de comprometerse en acciones por la justicia.
¿A quién va destinado el Espai Interreligiós?
Se dirige a niños y jóvenes dentro de la educación formal, de infantil a superior, y también en todo el ámbito de la educación no formal, además de grupos de adultos, profesorado, trabajadores de entidades sociales, y otros colectivos de profesionales que trabajan con personas diversas.
¿Su propuesta va más allá de la visita puntual?
Hay dos maneras de acercarse al proyecto. Hay grupos que piden una visita al Espai Interreligiós, una formación, o bien personas que asisten a actividades de tipo puntual. Otras entidades, como las escuelas, comienzan a pedirnos que trabajamos conjuntamente en diferentes momentos de la etapa escolar. De este modo, nos transformamos en un recurso para trabajar la diversidad cultural y religiosa a lo largo de todo el ciclo educativo. En este sentido, nuestra propuesta pretende ser una herramienta educativa de largo recorrido, que ayude a arraigar valores, actitudes y conocimientos.
¿Qué aporta de nuevo su espacio?
El proyecto trabaja dentro del marco de la Fundació Migra Studium, que quiere ser una puerta abierta a la acogida, la diversidad y el ejercicio de los derechos. El trabajo del Espai profundiza en el campo de la diversidad, y lo hace con un estilo personal. Trabajamos activamente con una pedagogía propia, que surge de una espiritualidad muy abierta y con capacidad para dialogar, para ir a las fronteras, para adaptarse y ser flexible ante el otro, sea creyente o no. Para nosotros es muy importante que las personas hagan experiencia y conecten con la vivencia de los demás, ya que nuestra propuesta se acerca al hecho cultural y religioso desde la fenomenología. Pensamos que toda persona tiene una dimensión espiritual que se puede canalizar de muchas maneras: unas personas lo harán a través de la dimensión religiosa; otros lo harán por otras vías, como la naturaleza, el arte o el deporte.
Espiritualidad
¿Todo el mundo tiene una dimensión espiritual?
Pensamos que sí. La dimensión espiritual es inherente al ser humano, y al tiempo que madura, la persona va siendo cada vez más capaz de desarrollar su vida de una manera más integrada y comprometida (con uno mismo, con los otros, con el entorno...), dando más sentido a su existencia. En nuestro trabajo observamos diariamente que las personas que tienen esta capacidad más formada también tienen más facilidad para conectar con otras vivencias. Para nosotros este dato es muy importante, porque nos confirma que la espiritualidad es un hecho de vida que ayuda a ponernos en contacto con el otro, con empatía y sensibilidad por el diálogo. Este es uno de los rasgos de nuestra pedagogía de la convivencia.
¿De qui és responsabilitat que los niños y niñas hagan este descubrimiento?
De tota la sociedad. La espiritualidad forma parte de la persona, es una dimensión más, entre otras, como la biológica, la social, la psíquica ... Pensamos que esta dimensión, que forma parte de la interioridad del ser humano (y tiene una estrecha relación con el exterior), se puede trabajar conjuntamente con todas las otras materias, en el ámbito familiar y educativo, de manera transversal y con mucha naturalidad.
A partir de su experiencia, ¿qué es lo que rompe más los prejuicios o que descoloca más a aquellos que creían que venían con más certezas o seguridades?
Ayuda mucho ver y trabajar con noticias, hechos y situaciones de discriminación que pasan en nuestro entorno. Muchos se sorprenden de que a menudo encontramos situaciones de conflicto que han sucedido en nuestro contexto más inmediato. Entonces reflexionan que les podría haber pasado a ellos, y esto conecta con sus actitudes, pensamientos, prejuicios...
¿Qué conclusión sacan al ver los objetos de las diferentes religiones?
No hay certezas, más bien, sorpresas. Llama mucho la atención ver las intuiciones compartidas, como el rosario cristiano que tiene paralelismos con la Misbah islámica y la mala budista o hinduista. El ser humano experimenta la concentración a partir de la repetición (contar, utilizar la música de manera rítmica...), y este hecho le ayuda a trascender. Pero los contenidos de las oraciones o las oraciones son muy diversos: efectivamente, cada tradición tiene una vivencia que la distingue respecto de las otras (por ejemplo, y en el caso del rosario, contemplar los misterios de la vida de Jesús para un cristiano, o los atributos divinos para un musulmán).
¿Ver reacciones diferentes entre los que forman parte de una cultura mayoritaria y los que se sienten de una minoría?
Ahora mismo no sabemos cuál es la cultura mayoritaria: ¿quizás la agnóstica? Tradicionalmente diríamos que es la cristiana católica, pero la mayoría de las personas que visitan el Espai no se identifican como practicantes, o no manifiestan ninguna experiencia cristiana. Los niños musulmanes a menudo se manifiestan como tales y entonces nosotros les damos la palabra para que expliquen su tradición, los empoderan al máximo. Muchas veces la palabra de regreso al final de la visita es igualdad: se han sentido en un contexto de igualdad.
Ahora están ilusionados con un nuevo Espai, que abrirá sus puertas el curso 2019-2020, pero ¿cuál es el horizonte a más largo plazo?
Nos gustaría trabajar sobre todo con la institución escolar para poder ser un referente de los centros. Quisiéramos educar en diversidad cultural y religiosa a lo largo de todos los ciclos en el contexto de la educación formal. Y también nos gustaría llegar a más grupos de profesionales, adultos, profesores, entidades sociales. Trabajamos para ser un grupo de personas con capacidad para abrir la puerta a la diversidad desde la cordialidad. Queremos ser personas generadoras de confianza, con quien encontrarse, a quien poder consultar, con quien formarse: un referente en el ámbito de la pedagogía de la convivencia, que ayude a construir sociedades más humanas y justas.
Muerte
Personalmente ha trabajado en temas de alimentación, muerte, religión. ¿Son temas inconexos o responden a una misma inquietud?
La lógica que hay en el fondo de toda esta tarea es la de dar vida. Mi es un itinerario de búsqueda de la condición humana, de interés para las personas, por la identidad, por como se construye, con sensibilidad para defender la dignidad de las personas... y de ahí el interés en el ámbito de la diversidad. Por otro lado, está la vocación por la educación, que también es una manera de dar vida.
¿Podemos decir que cada religión tiene una concepción de la muerte o cada uno tiene una visión muy personal más allá de la propia adscripción?
La vivencia de la religión es un aspecto más que conforma la persona y, ante la muerte, dependerá de cómo vive cada uno su fe: hay quien la vive como dogma. Entonces, en encontrarte al final de la vida, la muerte puede convertirse en un ahogo. Yo creo que la tradición religiosa intenta dar respuesta a esta pregunta esencial que se hace todo el mundo: por nuestra condición frágil o por qué pasará en el momento de la muerte. Son preguntas que inquietan, porque nos ponen en contacto con nuestra propia vulnerabilidad. Y a menudo la rehuimos. Ante la muerte hay explicaciones que pueden dar respuestas a todo ser humano de manera transversal, pero luego te encuentras que la cultura y religión matizan este hecho (como ocurre con otros factores: psicológicos, sociales ...).
En nuestra cultura habitualmente se asocia la muerte a la tristeza, al final, al vacío. ¿Por qué todas las religiones son portadoras de esperanza y en cambio es tan común esta visión pesimista de la muerte?
Hay miedo. Aunque haya fe, cuando se acerca el momento de la muerte o de despedirte de alguien muy querido, inevitablemente hay miedo, porque desconocemos qué pasará. Y también hay una separación y, por tanto, un duelo a hacer. En nuestro contexto concreto, vivimos en una sociedad en la que la muerte está muy alejada de nuestra cotidianidad. No hablamos, la escondemos los niños ... y esto complica más el miedo innata que sentimos ante esta realidad.
¿Compartir con personas de otras culturas y religiones ayuda a comprender diferente la muerte?
Es un enriquecimiento. Relacionarte con personas que ante temas como la muerte, la alimentación, la oración ... piensan o hacen diferente, ayuda a abrirte y también a arraigarse a tu propia tradición religiosa. Qué suerte que tengo de poder contrastar lo que yo creo con lo que creen otros! Por ejemplo, yo no ruego como aquella otra persona, pero viendo o participando de su oración, me doy cuenta que hay una dimensión trascendente que me permite sentirme en contacto y con una sensibilidad muy cercana. Pero hay que decir que las incomprensiones o los conflictos también son motor de diálogo: siempre que las dos personas tengan capacidad para buscar soluciones creativas al conflicto. Se trata, pues, de recrear, de pensar juntos nuevas maneras de vivir adaptadas a las realidades que se ponen en contacto.
Alimentación
Uno de los temas que se ha trabajado es la alimentación, que es un elemento central de las religiones. ¿Por qué la comida coge este carácter sagrado más allá de la función nutriente?
La comida es un hecho básico del ser humano. Me identifico como miembro de un grupo por los alimentos que como y comparto. Por eso mismo es un hecho convivencial. Sentarse alrededor de una mesa, sobre todo por algunas culturas como la mediterránea, es una práctica muy valorada, que une, que crea y mantiene relaciones. Asimismo, y desde un punto de vista simbólico, "somos lo que comemos": comiendo nos ponemos en contacto íntimo con los alimentos y esto hace que lo que comemos adquiera un valor extraordinario. Por lo tanto, la relación a través del alimento también se puede dar con la divinidad, por ejemplo, mediante la ofrenda, o el alimento que se come o se deja de comer por motivos religiosos.
¿Los alimentos nos identifican?
Todas las tradiciones tienen alimentos, dietas o preparaciones culinarias con una función identificadora. Estos alimentos o preparaciones pueden ser ofrenda para la divinidad. De este modo, establecemos una relación con ella. Y relacionarnos con el otro nos ayuda a conocernos, a saber mejor quiénes somos. Por ejemplo, en la tradición hinduista la ofrenda alimentaria tiene sus orígenes en la tradición de acoger el huésped: recibirlo, hacerle un espacio, alimentarlo ... Los alimentos nos identifican y nos humanizan.
Nos referimos tanto a la alimentación como en ayuno.
Todas las tradiciones tienen tiempo de comer y también tiempo de ayuno y abstinencia, que son como el silencio en la música. En este ámbito el silencio es fundamental, hace que la música adquiera su significado, ritmo, comprensión global... El ayuno y la abstinencia hacen que, en determinados contextos, el hecho alimentario alcance su sentido. Estas prácticas han sido asociadas en todas las tradiciones religiosas a la purificación, al dejar espacio a la divinidad, al ponerse en la piel del que sufre, en la humildad, en el sentido de reconocerse dependiente de un ser supremo. Del mismo modo que comer nos identifica, dejar de comer también lo hace...